jueves, 30 de noviembre de 2023

47.- El engaño maquiavélico de la política

  "El Engaño maniqueo de la Política"


-No todo es blanco o negro, izquierda o derecha, capitalismo o comunismo-


Que no os sigan engañando. Muchos de los conceptos utópicos que se nos están imponiendo, por la Fuerza de la Ley, pierden toda su legitimidad por eso; es decir, por tratarse de una imposición de una minoría sobre una mayoría, aunque se trate de una minoría política que, por circunstancia, se ha alzado al Poder.


Intentaremos explicarnos:


Desde muy chico, muchas de estas ideas utópicas que ahora, una empoderada minoría, intenta imponer por la fuerza, han sido parte de nuestra propia Filosofía interna; es decir, éste que os escribe, no lo vería mal si hubiese surgido de una necesidad mayoritaria de la Sociedad; pero resulta que ese hecho no se da y, por lo tanto, por muy de acuerdo que estuviese con todos los postulados progresistas, no puedo aceptar el modo de imponerlos, mediante coacción, al conjunto de toda la Sociedad.


Para que se nos entienda bien, vamos a quedarnos en pelota picada; es decir, nos vamos a encuerar para que el Público compruebe que no somos portadores de doblez alguna. Dicho esto, nuestra opinión no significa que nos hayamos cambiado de acera y ahora apoyemos a una derechona fascista, fundamentalista y ultra-católica. Que antes nos caiga un rayo que votar por la asquerosa Derecha catolicona de éste País.


No estamos en contra del Aborto

No estamos en contra de la Eutanasia

No estamos en contra de que los barrios sean más sostenibles, inteligentes y ecológicos.

Nada tenemos ni contra los maricones, las lesbianas, los transexuales, los bisexuales o los travestis.

Nada, en absoluto, tenemos contra de la igualdad paritaria de los hombres y las mujeres.

Nada tenemos contra la protección del Medio ambiente.

Nada tenemos contra la protección de la Vida Animal.

Nada tenemos contra una relación casta y consentida, de amor, entre niños y adultos o entre disminuidos psíquicos y personas intelectualmente normales.


No sé si nos dejamos alguna cosa en el tintero; pero entendemos que el error de los gobiernos de izquierdas se encuentra en intentar imponer la Utopía de unos pocos, en un Universo supuestamente Laico, por la Fuerza de la Ley; es decir, no estamos en contra de la Utopía sino en contra deel Método de imposición utilizado y que, consideramos completamente fuera de lugar y equivocado.


En mis sueños he soñado un Mundo donde todos íbamos desnudos por la calle y nos saludábamos, de forma natural, fornicando libremente por la calle, por delante y por detrás, incluso entre personas completamente desconocidas. Os he dicho que me iba a desnudar ante vosotros y lo estoy haciendo con el fin de ponerme como ejemplo. No, no somos ni nos consideramos un retrógrado fascista; pero las cosas no se imponen sino que surgen de manera natural cuando la Sociedad lo solicita; es decir cuando el conjunto de los individuos se encuentren preparados. El forzar éste tipo de cosas consigue el efecto contrario; es decir, oponerse al avance de la Utopía.


Hemos dicho que no estamos en contra ni del aborto ni de la Eutanasia; pero eso no significa que yo, personalmente, esté a favor de ello. Lo que trato de indicar es que son decisiones personales entre el Individuo y su Conciencia; en dónde, ni las leyes humanas ni la política deberían de meter sus narices. 


Todos los días se suicidan miles de personas, una forma de entender la Eutanasia, y ni las leyes ni la Política pueden hacer nada al respecto, para impedirlo, cuando alguien ha decidido acabar con su vida. Repito, eso no significa que estemos a favor del Suicidio o de la Eutanasia y que no es otra cosa que el suicidio asistido. Quienes me conocen saben que, de contínuo, trato de convencer, mediante potentes razonamientos, a aquellos que poseen un pensamiento suicida a que no lo lleven a efecto y que mantengan la esperanza de seguir existiendo.


La cuestión es que la Política, mediante sus leyes, se ha convertido en intervencionista e interfiere, contínuamente, con la libertad de las personas. 


Lo peor de todo es que ese intervencionismo, no es que esté fundamentado en la Religión o en un Laicismo Ateo, sino en el impedir que los individuos hagan uso de su libertad personal; es decir, quienes quieran y lo deseen, tras haberlo meditado con su conciencia y habiendo sido bien instruidos (informados), que aborten se suiciden, cambien de género, se operen los genitales o se tatúen el cuerpo entero o se conviertan en reptiles o anfibios. Estamos más en contra del intervencionismo social, sea del signo que sea, que contra los efectos de decisiones personales por muy horrorosas y disparatadas que nos pudieran parecer.


Ante todo "La Libertad", ¡ese es nuestro Lema! y eso, considerando que yo, personalmente, ni abortaría ni me suicidaría ni cambiaría de sexo; aunque me gustaría poder ver, eso no pasará, que la Sociedad en su conjunto clamara por ir desnuda por la calle y saludarse sexualmente sin ningún tipo de moralina e impedimento. Para que se me entienda, aunque esa, quizá para muchos, perversión animalista, fuese impuesta por Ley de una minoría, como yo, contra una mayoría como ustedes, no podría consentirlo, pues sería una suerte de coacción contra la libertad personal de ustedes, ya fuera mayoritaria o minoritaria de una parte de la Población hacia la otra. 


Luego hay una serie de sinsentidos que no poseen lógica alguna como solicitar el matrimonio homosexual y, sobre todo, el matrimonio eclesiástico. Me explico, los anarquistas o ácratas venimos predicando desde que el Mundo es Mundo que los estados y religiones nada deberían de tener que ver con la relaciones interpersonales entre los individuos; es decir, siempre hemos estado en contra del matrimonio como contra cualquier otra imposición del Estado que implique la coacción de la libertad de los individuos. Que los homosexuales, bisexualesno transexuales soliciten que se les pueda casar en las mismas condiciones que a una pareja heterosexual nos parece un retroceso estúpido respecto de las ideas liberales anarquistas. Más pareciera, verdad, una suerte de moda por envidia o celos; es decir, "Si un Hombre y una mujer se pueden casar por la Iglesia, ¿Porqué yo que soy un tío no me puedo casar, por la Iglesia, con mi novio?" Lo ideal sería que no existiera el matrimonio impuesto por nada ni por nadie y cada cual se pudiera juntar, cuando quisiera, con quien le diera la puñetera gana. 


Por otro lado, defender a la Naturaleza nos parece una idea loable; pero llena de ingenuidad, en tanto que se presume que no existe nada más que nosotros y el Planeta y que, sin que nadie nos lo diga, nos convertimos en alguaciles de su conservación. ¿Hasta cuando?. Éste Mundo lleva existiendo cuatro mil quinientos millones de años, aproximadamente. Por aquí han pasado generaciones y generaciones de criaturas que por activa y por pasiva han terminado extinguiéndose hasta llegar a nosotros. Nos resulta de una arrogancia extrema ese pensamiento de que nosotros, como especie, podemos salvarnos así como salvar al Planeta, el cual lleva infinitamente más tiempo que nosotros luchando contras las adversidades y desafíos de las diferentes especies y, me atrevo a decir, otras humanidades anteriores; pero puedo entender que una Sociedad egoísta y desmoralizada a la que se le ha esquilmado su espiritualidad, se agarre al clavo ardiendo de la supervivencia de la Especie Humana. De algún modo, es como si se estuviese sobrevalorando, no ya el Mundo, sino nuestra propia existencia de diminutas hormigas. A ver si nos vamos enterando que no somos los dueños de la casa sino solo sus mayordomos. Si el dueño de la casa decide derribarla para construir otra en su lugar, poco podremos hacer para evitarlo. Bueno, sí quedará reflejada nuestra intención; pero no pasará de ahí.


Vivamos, dejemos vivir y que la Naturaleza siga su curso; pero intentemos situarnos en el verdadero lugar que nos corresponde y no sigamos intentando hacer el trabajo que solo le corresponde a los dioses (a la Naturaleza). 


El Ser Humano no posee la potestad de coartar la libertad de sus semejantes; pero tampoco de imponerles normas de conducta que solo se encuentran en la mente de unos pocos. Yo puedo ser uno de esos pocos, mea culpa; pero os puedo asegurar que jamás intentaría imponerles a ustedes mi modo anarquista y libertario de ver la Vida.


Aralba R+C 


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