miércoles, 15 de noviembre de 2023

17.- El Fruto de la Discordia

  "El Fruto de la Discordia"


-La Iglesia siempre tuvo la razón, o casi-


Ya vimos que la Sephira Malkuth, el fruto del árbol de los sephiroth, fue la responsable de la caída en desgracia, no solo de la Humanidad sino también del resto del Mundo.


En el Génesis se nos cuenta que, también, fue un fruto el responsable de que Adán y Eva generaran el conocido como Pecado Original. Ya sabemos que todo es simbólico y que esconde una gran verdad de extrema simpleza.


Demostraremos "Qué es el Pecado Original"


Determinaremos "Qué lo produjo"


En primer lugar hemos de determinar cuál es el origen de todo mal. Y muchos de ustedes me dirán, con razón, que la Ignorancia; pero, la ignorancia, en el caso de los seres conscientes, posee una causa anterior "La desmemoria, la falta de recuerdos"


Así, tenemos que, como seres eternos, no recordar nuestro pasado nos lleva a la ignorancia y ésta a la superstición primero y al miedo después. El miedo provoca egoísmo, el egoísmo avaricia y ésta conduce a la deshumanización y, por último, al mal necesario para acaparar aquello que creemos que, imperiosamente, necesitamos.


Así tenemos que el verdadero Pecado Original es haber olvidado nuestro eterno y sublime pasado.


¿Como pudo suceder tal cosa?


Recuerden que el Demiurgo imsufló su aliento vital en su Creación; simbólicamente en Adám, el primer Hombre, y luego se echó a la bartola; es decir, dejó de actuar y se refugió en su Creación, dado que en ella se encontraba tras insuflarle su propio espíritu.


Ahora veremos que no es la Naturaleza, el Hombre, propiamente dicho, el origen del desastre cósmico sino el propio Creador que no calibró la gravedad de las consecuencias de su acción.


No debemos de olvidar que a los seres conscientes; en éste caso a Adán se le ordenó que podían hacer cualquier cosa menos una, el comer del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del mal; de hecho podían comer hasta del Árbol de la Vida. Un fruto que, suponemos, les proveería de inmortalidad y que al ser expulsados del Paraíso, único lugar donde ese único Árbol crecía, ya no tenían la posibilidad de tomarlo.


¿Como se puede perder la memoria de la divinidad que el Adán primigenio tenía al haber recibido el aliento espiritual de su Creador?


"Mediante la continua fragmentación"


Todos sabemos que un Holograma está compuesto de una infinidad de micro hologramas que, supuestamente, poseen el mismo contenido en información. Esto es cierto; pero lo que muchas veces no se cuenta es que hacen falta todos los micro hologramas para aportar la información completa del Holograma resultante. 


Sí, efectivamente, cada micro holograma posee la misma información que el holograma completo de donde procede; pero su resolución es menor. Por decir así, sería como si su información estuviese fragmentada y algo desenfocada. 


Ciertamente, a simple vista nos muestra un holograma semejante al grande de donde procede; pero si intentamos ampliarlo al mismo nivel que el holograma original, ahora sí, comprobamos que falta información. 


Si el Holograma original se desprende de uno solo de sus micro hologramas, habrá perdido algo, muy poco, de información; pero si la pérdida es progresiva y mayor, la información que nos proporcionará será degradada e incompleta.


Veo que vais entendiendo a dónde os quiero llevar.


¡Exacto!, se trata de la reproducción la causa de la desmemoria; de la falta de recuerdos de que somos parte del Creador. El Fruto de la Ciencia del Bien y del Mal no es, en modo alguno, el acto sexual sino la reproducción; dicho de otro modo, el Árbol de la Vida y el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal son, exactamente, una misma cosa. Tomar el fruto del Árbol de la Vida, el acto sexual, no implica mal alguno si no lleva consigo la "Reproducción"


Los primeros seres humanos eran conscientes de su divinidad pues llevaban, consigo, casi al completo el aliento vital del Creador; pero conforme la humanidad se fue reproduciendo más y más, esa información, paulatinamente, se fue degradando hasta olvidarse por completo. Esto no quiere decir que esa información no esté con o en nosotros sino que, con el tiempo, hemos perdido acceso a ella. En la actualidad, esa información se encuentra concentrada en lo que se ha venido a denominar como Chispa de Espíritu o Átomo Simiente. 


Si esa chispa no despierta, no se tendrá consciencia de nuestra verdadera naturaleza divina; pero si, por el contrario, logramos que despierte, retornarán nuestros recuerdos olvidados y comprenderemos cual es nuestra verdadera naturaleza como receptáculos del Espíritu de Dios.


Cuando la Chispa de Espíritu despierta, todas nuestras dudas son respondidas desapareciendo la desmemoria y, por consiguiente, la ignorancia y la superstición, evitando caer en el egoísmo, la avaricia y el mal.


El error no es de la Humanidad en sí, sino de una Orden contradictoria que recibieron los primeros seres conscientes. "Creced y multiplicaos"; pero ¿Qué o quién pudo decirle, a nuestros primeros padres, tal cosa si él ya se encontraba descansando en su propia Creación?


Todo está a vuestra disposición; pero no comàis del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal; es decir, del "Conocimiento"; pero también se les dice "Creced y multiplicaos" hasta igualar a los granos de arena de la playa y las estrellas del firmamento. 


"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra."

(Génesis 1:27-28)


Éste es el Creador antes de retirarse a descansar y vemos cómo insta al Hombre, varón y hembra, a reproducirse y multiplicarse hasta llenar la Tierra; pero entonces ¿Qué o Quién les prohíbe comer del fruto del Conocimiento de la Ciencia del Bien y del Mal?


"Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación."

(Génesis 2:1-3)


Hasta ahora hemos visto al Creador. Un Creador al que no se lo denomina con algún nombre y que tras acabar su labor se retira a descansar; pero es entonces, a partir de ahora que aparece, el supuesto Creador, haciéndose llamar Jehová. 


Aquí se produce algo muy curioso, en tanto que nombrando, ahora sí, a Jehová, se repite el proceso de la creación aunque un poco diferente y aquí es donde se indica que Jehová hizo a Adán y de una costilla de éste modeló a Eva, cuando anteriormente se había dicho que Dios creó al Hombre, varón y Hembra los creó.


"Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."

(Génesis 2:15-17)


No hay que ser muy espabilado para uno darse cuenta de que nos encontramos ante dos personajes distintos y dos versiones diferenciadas de la Creación. En la primera de la versiones vemos a una suerte de Dios funcionario que realiza su trabajo y al ver que todo ha salido como pensaba se retira a descansar y ya todos sabemos dónde se retiró.


En la Segunda de las versiones, aparece un personaje con una fuerte Personalidad y que, al parecer, se encuentra en extremo interesado de poner piedras en el camino de su supuesta Creación. Bien, es aquí donde aparece el falso Demiurgo, el impostor del Creador y cuando todo comienza a torcerse cuando, imperativamente, se indica a Adán y Eva aquello que pueden o no hacer, aquello que, pueden o no comer.


Dios les había dicho que crecieran y se multiplicarán; por lo tanto, el fruto de la Caída no es el sexo, en tanto que éste es una condición previa y necesaria para reproducirse. Dios sabía que su Criatura iría perdiendo paulatinamente la memoria de su divinidad, con la reproducción; pero no puso reparo o impedimento para ello y, por lo tanto, se entiende que entraba en su planes.


Es a partir de la entrada en escena de Jehová que éste comienza a colocar condiciones y, mucho me temo que la Serpiente del Paraíso no es más que una treta del mismo Jehová, Satanás, con el fin de que la Creación; es decir, los conscientes Adán y Eva, se sintieran culpables por haber cometido algún complicado e inexplicable delito.


Aquí, al Ser Humano, se lo sitúa ante un juego tramposo de trileros. En realidad, daba lo mismo que comiera o no del Árbol del Bien y del Mal, la vida continuaría, como la conocemos, igualmente. La diferencia está en hacer cargar con la culpa al Ser Humano de algo que, en realidad, no era importante o al menos no era su responsabilidad.


El germen de la Caída fue sembrado en el mismo instante en que Dios, no Jehová el falso Demiurgo, insufla su Espíritu al Hombre y a continuación le indica que debe de crecer, multiplicarse y llenar la Tierra. Y tampoco había nada de malo en ello.


El Mal lo provoca Jehová al inculcar en el Hombre la Consciencia de culpabilidad con la manida historia del poli bueno y el poli malo en las figuras de Jehová y la Serpiente del Paraíso.


Pero el error persiste y fue un accidente, nunca un Pecado del Hombre. El error es que con la multiplicación de la Especie el Ser Humano perdería la memoria de su condición divina y, por lo tanto, el recuerdo de su verdadera función en el escenario del Universo: Reparar la Creación y retornarla hasta su punto de origen.


Aralba R+C 


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