"El Final del Universo"
-Retornando al Pleroma-
Raro es el Tema sobre el que no hayamos incidido en todos estos años, desde que comenzamos a compartir nuestras reflexiones. Hemos hablado del Multiverso, del comienzo de éste Universo e incluso de cómo podría ser su final; pero, para hacer honor a la verdad, nunca hemos dedicado una reflexión al final del Universo y donde dicho evento sea el verdadero y único protagonista.
Primeramente, necesito que entiendan que nuestro Universo es una burbuja espacio temporal que se desarrolla en el "útero" del Eón Sophia. Dicho Universo se caracteriza por sus leyes naturales características y en dónde la más importante es la del Espacio-Tiempo. No podemos conocer qué leyes funcionan en los otros universos de los diferentes eones; pero respecto al Pleroma y sus eones podemos confirmar que viven ajenos a dichas leyes naturales; es decir, no se encuentran sujetos a las inclemencias del transcurso del Tiempo. Es como si, de algún modo, tanto pasado como presente y futuro, se superpusieran en una singularidad sin dimensiones.
Puede resultar paradójica la verdad de que aunque, en nuestro Universo, haya transcurrido la friolera edad de 13.000,000.000 de años; en el Pleroma no ha pasado ni un simple suspiro; dicho de otro modo, para el Pleroma la Creación del Mundo se acaba de producir en éste mismo instante y su finalización es simultánea aunque dentro de la burbuja placentaria transcurrieran otros 100.000,000.000 de años más. Por favor, que no se les voltee la cabeza.
Nuestro Universo, a parte del ingente espacio vacío, constituido de puro éter y átomos de hidrógeno, está lleno de estrellas luminosas y cuerpos opacos como planetas, satélites, estrellas apagadas y los terroríficos pozos gravitatorios conocidos como agujeros negros.
Hemos de decir, esto la Ciencia aún no lo ha descubierto pero lo hará, que tanto las estrellas como los agujeros negros son pasadizos interdimensionales entre los infinitos universos. Es importante que entiendan que los agujeros blancos, aún no descubiertos de nuestra Ciencia, son las estrellas del firmamento y que cada uno de esos agujeros blancos está relacionado con un agujero negro situado en otro Universo; es decir, en otro Eón distinto a Sophía. Así, podemos decir que cada Estrella es una suerte de embajadora de otro Universo que no es el nuestro. Los agujeros negros absorben materia de sus universos y la transmiten mediante una serie de conductos interdimensionales hasta las estrellas que se encuentran en otros universos. Del mismo modo, los agujeros negros de nuestro Universo alimentan de energía a los agujeros blancos situados en otros universos, sus estrellas; así podemos decir, que nuestros agujeros negros son la fuente de las embajadas de nuestro Universo en los universos de otros eones.
Las distancias entre las diferentes estrellas son, para nuestra física, inalcanzables y por lo tanto, puede considerarse que los mundos se encuentran separados por el Plano del Espacio Tiempo; es decir, se trata de mundos diferentes e incomunicados, al menos, a nivel físico. Eso, no obstante, no quiere decir que no pueda existir una comunicación no física de carácter electromagnético, como pueden ser las ondas de radio.
Esas estrellas, hemos visto que son agujeros blancos, están alimentadas por otros universos; no son otra cosa que células condensadas del Demiurgo emanado por el Eón Sophía. Esto quiere decir que nuestro Universo puede subsistir gracias a la energía que recibe de los otros universos constituidos en otros eones del Pleroma. Nuestras estrellas funcionan a modo de consulados; es decir, pertenecen a nuestro Universo; pero son el reflejo de otros universos.
Esas estrellas físicas poseen dos almas idénticas y complementarias que funcionan como seres conscientes independientes en diferentes mundos planetarios. La conexión entre las estrellas que, conscientemente, se encuentran dormidas y su alma bipolar dividida es de un carácter meramente espiritual; es decir, no existe una conexión física apreciable.
Todo el Universo son fragmentos que se encuentran desgajados de una única Célula madre, el Demiurgo, siendo las estrellas y otros cuerpos estelares la condensación de la Energía procedente del Espíriru del Demiurgo; y donde las almas de dichos objetos somos nosotros mismos, además de muchos otros hermanos nuestros que moran en los diferentes planetas de los incontables Sistemas estelares de las galaxias que hay en el Universo.
El Universo, como Ente vivo, Gaia, la Naturaleza, se encuentra profundamente dormido y, por lo tanto, inconsciente en éste Plano de Existencia. Sus almas, nosotros, poseemos un nivel de Consciencia limitada y que se reduce a una suerte de memoria primigenia y limitada que mora en nuestro ADN. Esa memoria básica funciona a modo de firmware que permite la vida como receptáculo de las almas fragmentadas.
Pues bien, esas almas se encuentran separadas y buscándose, entre sí, en el Universo, de forma inconsciente. Cuando dos almas de una misma estrella; es decir, almas gemelas se encuentren, habiendo tomado consciencia de su verdadera condición, se elevarán como un único Ser iluminado hasta el seno de su Estrella, despertando como Fragmento del Demiurgo y tomando consciencia de la anomalía en la que se encuentra el Universo.
Es solo ahora, cuando la estrella ha podido ser activada por su Alma, ahora unificada en dos polos, cuando el fragmento del Demiurgo recobre su memoria y, por lo tanto, también el conocimiento de su divino poder.
Es entonces, cuando la Estrella comienza a despertar al resto de sus hermanas de una forma exponencial producto de una reacción en cadena.
El Hecho mencionado, provocará el frenado de la expansión del Universo y el colapso estelar después hasta convertirse todo el Universo en un solo objeto gravitatorio cada vez mayor hasta que todo colapse en una singularidad que dirija al difunto universo hacia su resurrección al otro lado de la burbuja desaparecida, el Mundo Original, Hogar Celeste, Mundo de las Ideas o Pleroma.
Bueno, y así es como se supone que debería de producirse el final del Universo y la restauración del Demiurgo en la figura del Adam Cósmico y que no es otra cosa que el conjunto de lo que denominamos Gaia y de la cual nosotros mismos somos partícipes.
Debemos de entender que en el Pleroma el Tiempo no existe. Nuestro suplicio, precisamente, es el Tiempo.
Cuando el telón del teatro del Tiempo baje todos regresaremos, al mismo tiempo, al Pleroma en la Figura de Adam Kadmón que es la versión evolucionada del Demiurgo.
El Telón bajará por una combinación de Tecnología extremadamente avanzada, mediante aceleradores de partículas gigantescos y muy sofisticados, sumada a la profunda meditación de dos almas gemelas iluminadas unidas en un íntimo abrazo marital.
Aunque el Universo actual durase cien mil millones de años no sería, frente al Pleroma, ni siquiera un suspiro. Esto quiere decir que nosotros, desde el interior, sentimos el paso del tiempo; pero los eones del Pleroma o Adam Kadmón, en su regreso, sentirán que solo ha sido un mero instante.
Da lo mismo como acabe el Universo, solo es cuestión de tiempo, nada ni nadie se perderá; dicho de otro modo, la información no se perderá. Da lo mismo que todo el mundo esté o no iluminado. Con que solo dos células del Demiurgo lo hagan será suficiente para despertar a una de las estrellas. Las estrellas son las embajadas del resto de los eones en el Universo de Sophía. Cada estrella puede ser despertada cuando despierten sus dos almas humanas.
Cuando esa estrella despierte se producirá una serie de reacción en cadena que provocará la implosión del Universo y en ese trabajo estamos los seres conscientes del Universo; en descubrir a nuestra alma gemela y regresar a nuestra Estrella y comenzar el proceso de colapso gravitatorio.
Si no logramos realizar este proceso de colapso, Big Crunch, solo queda esperar a que las estrellas se vayan apagando y terminado el proceso, el Universo sea disuelto y liberado el Demiurgo.
La diferencia está en el Tiempo. Esperar a que el Universo se apague puede durar un tiempo indeterminado muy prolongado. El frenado de la expansión del Universo y posterior colapso puede durar desde un instante, a partir de ahora, a unos pocos millones de años más.
Como ves, la diferencia es muy grande; pero repito, de cara a los seres cósmicos, ya sean los eones del Pleroma o el propio Demiurgo-Adam Kadmón, el tiempo sería irrelevante y para él sería como despertar de un sueño.
Aralba R+C
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