"El Santo Ángel de la Guarda o Guardián de nuestro Tiempo"
-Un Arconte benéfico y muy poderoso-
Algunas veces me habéis leído decir que el Ángel guardián no es otro que el Ser Interno; pero eso es un error que se debe a una confusa explicación; en tanto que Cristo, el Yo Superior o Maestro Interior, toma esa función protectora, una vez que el capullo de la Rosa del Corazón ha florecido; mientras tanto eso no se haya producido, esa función le corresponde a un Poderoso Egregor que vino con nosotros, como una lapa, al nacer y que en la Tradición Cristiana se conoce como el Santo Ángel de la Guarda.
Sobre el Ángel de la Guarda recae la responsabilidad, programada, de que el reloj biológico de la Vida no se pare hasta que haya llegado su prefijado final. Por lo tanto, cualquier intento de acabar con nuestra existencia tiene, invariablemente, que vérselas con tan terrible protector; de algún modo, ese Arconte positivo para nosotros, llegado el caso, puede ser un Arconte muy negativo para los enemigos que pudieran atentar contra nuestra integridad existencial.
Ciertamente funciona como un escudo impenetrable que evita que traumatismos violentos puedan llegar a dañar, de forma irreversible, nuestros órganos vitales internos, tales que el cerebro o el corazón; pero en algunos casos, el Egregor Guardián de nuestro Tiempo puede bilocarse; es decir, desdoblarse y separarse de nosotros para combatir peligros externos y alejados, espacialmente, de nosotros.
Especialmente temibles son los ángeles guardianes encargados de proteger a los humanos arquetipcos; es decir, aquellos humanos protagonistas de una Sesión Cósmica que sucede en un Plano de existencia determinado. Así, si se intenta dañar mediante la fuerza física o mediante conjuros mágicos, a uno de estos humanos, lo más probable es que sus atacantes se lleven la mala sorpresa de que sus ataques no solo no han funcionado sino que les serán rebotados con una fuerza multiplicada.
El Ámgel Guardián no posee el poder de matar a nadie, en tanto que todos llevamos ajustado un reloj biológico inviolable y protegido por nuestros propios ángeles guardianes; pero sí, de causar terribles daños a aquellos que osaran influir, mediante diferentes medios, en nuestra programada longevidad.
El Ángel Guardián, que también lo es de que se cumpla íntegramente nuestro Tiempo, es junto a nuestra Personalidad, constituida por una infinidad de yoes minúsculos organizados en una jerarquía cohesionada, son el alimento con el que se nutrirá Cristo, cuando el Niño Dios haya nacido en nuestro Corazón; es por decir así, la parte que mengua al mismo tiempo que Cristo, en nosotros, crece en Poder. Así, cuando Cristo se haya empoderado en los tronos del Corazón primero, y de la Cabeza después, se entiende que el Ángel Guardián, en tanto que Arconte egregor, que vino con nosotros al nacer, desaparece, deja de existir para dejar paso al Rey y Señor de nuestras vidas; y esto es así porque es necesario que Cristo tome por completo las riendas nuestras vidas, también su protección. Si con nuestro Ángel Guardián, antes éramos prácticamente intocables, con Cristo gobernando nuestras vidas, nos habremos transformado en seres invulnerables.
Con el final de la Christificación, conseguida la Transfiguración, todos nuestros cuerpos pertenecientes al mundo físico, al emocional y al mental están ocupados íntegramente por Dios y ya no es necesaria la protección de ningún género de Arconte, en tanto que el Reloj biológico ha sido anulado e integrado a la voluntad del Ser Interno.
Así, si la Transfiguración se ha producido antes de nuestro Programado Destino Final, Cristo podrá decidir si acabar con la vida de su Cuerpo Biológico o continuarla, incluso, mucho más allá, en el Tiempo, de lo que estuviesen programadas nuestras vidas. Solo en éste caso, nuestro Destino puede ser modificado, ya que las vidas se encontrarían supeditadas a la necesidad y voluntad de Cristo, nuestro Señor; mientras ese dominio del Cuerpo, de parte de Cristo, no se produzca nos encontraremos protegidos por esa Poderosa Fuerza egregórica y automática conocida como nuestro Santo Ángel de la Guarda.
Aralba R+C