jueves, 7 de diciembre de 2023

80.- Atlántida, la Metafora

  "Atlántida, la Metáfora"


-Y todos tenían razón-


"Los atlantes se convirtieron en un pueblo ambicioso y soberbio que intentó expandirse por Europa y Asia."

(El Timeo, Platón)


Cosas ciertas sobre una Civilización antediluviana; independientemente de que su nombre fuese Atlántis, Tarsis u otros.


Que antes de los hindúes y sumerios existieron civilizaciones que, por cataclismos naturales, se han perdido. No cabe duda alguna aunque por falta de pruebas no podamos corroborarlo. Una Civilización compleja, la que sea, no puede surgir por arte de biribirloque.


Platón en Timeo y Críticas usa una metáfora basándose en hechos reales, de su época, e historias de un pasado remoto contadas por Solón y que éste habría escuchado de los herméticos sacerdotes egipcios.


Platón, para ser exactos, habla de dos atlántidas, la una contemporánea de la Grecia preclásica y otra legendaria que se remontaría a más de nueve mil años atrás; es decir, una Civilización previa a un cataclismo mundial y que habría sido la fuente principal de todas las civilizaciones posteriores, incluidas la egipcia, las mesoamericanas, la griega y la de los denominados como países bárbaros. 


El nombre de Atlántida es, digámoslo así, circunstancial y basado en la Mitología Griega, desde el punto de vista griego y como si los pueblos no griegos compartieran un mismo panteón de dioses. Lo cual no sucedía.


Así tenemos que, siempre según Platón la única fuente que poseemos, la Atlántida se denomina así porque Atlas, uno de los hijos de Poseidón, el Dios del Mar, era el Rey principal de Atlantis. Atlantis, Platón al contrario que Francis Bacon, no la muestra como un Lugar perfecto y paradisíaco sino como un Lugar fuente de todo Mal y contraparte de la Cultura Griega; es decir la Potencia extranjera con la que Grecia tuvo que lidiar; pero ¿Esa Potencia de confrontación marítima existió?. Sí; pero, desde luego, no de una antigüedad de nueve mil años; en tanto que darle ese tiempo a una Grecia pre clásica es una temeridad que no se sostiene ni históricamente ni arqueológicamente.


Quizá Platón utiliza el nombre de Atlántida y Atlantes para denominar a una Potencia marítima contemporánea y no quisiera decir su nombre para no favorecerles con una publicidad gratuita. El trasladar el episodio de la Atlántida a tiempos remotos podría ser para ofrecer una perspectiva metafórica más amplia y encadenarlo con la natural creencia de una Civilización primigenia de la que se habrían nutrido todas las civilizaciones posteriores.


La Potencia tanto marítima como comercial con la que tuvo que lidiar la Antigua Grecia no fue otra que la Cultura Fenicia. Una Cultura Marítima por excelencia que dominó, en principio, pacíficamente, todo el Mediterráneo; pero que también exploró el contorno de toda la costa del Atlántico, desde la islas británicas y otras islas cercanas, como las Azores, hasta el sur de África y otras islas como las Canarias.


La Cultura Fenicia provocó a Grecia más que dolores de cabeza, pues allá donde llegaban los griegos con sus tenderetes ya habían pasado, previamente, los Fenicios, gracias a su poderío marítimo. Un poderío que estratégicamente se había instalado en las cercanías de Río Tartesos, actual Guadalquivir, y cuya capital podría haber sido Gadir, la actual Cádiz. 


Por lo tanto, Platón podría haber estado refiriéndose al Pueblo Fenicio, denominándolo Atlante, de forma metafórica, dado su dominio del mar, siendo Atlas, como hemos dicho, el Hijo primogénito del Dios del Mar Poseidón.


En la actualidad, en la Región, entre la actual Huelva y Cádiz, existen los arqueólogos que piensan que la mítica Atlántida se encontraba en lo que es hoy las marismas de Doñana y los que, por el contrario, creen que la Mítica Tarsis Bíblica, Tartesos, ocupaba ese mismo Territorio y, por lo tanto si Tartesos existió, cosa por demostrar, la Atlántida solo podría ser una ficción inventada por Platón. El problema es que Tartesos, como Civilización Independiente también es un mito, pues lo único que se conoce, arquelógicamente, es que las tierras de Tartesos fueron ocupadas por colonias de mercaderes fenicios. Eso es lo único que es histórico y que la arqueología corrobora pero no más allá de unos dos mil o dos mil quinientos años.


Así tenemos que tanto Atlántida como Tartesia podría estar refiriéndose, ambas denominaciones, a los pobladores fenicios cercanos al Río Guadalquivir y que dominaban tanto las artes del mar como las del comercio y la minería. Una minería que habría llegado a ser conocida por el mítico Rey Salomón.


Existe constancia de que esa zona de la Península Ibérica ha sufrido, en el pasado, ciertos cataclismos debido a maremotos producidos por terremotos en el norte de África; precisamente en la Cordillera de los Atlas. Esa podría haber sido la causa de que esa Civilización desapareciera de un día para otro de la faz de la Tierra y que los supervivientes emigraran hacia el interior, hacia las inmediaciones del Río Guadiana, con la intención de poder reponerse al desastre.


Así, esa podría ser una buena explicación para que Platón utilizara la metáfora de la Atlántida con el fin de fomentar el poder del nacionalismo griego sobre la gran potencia marítima fenicia y que, con el paso de los siglos, terminaría convietiéndose en unos de los imperios militares más poderosos de su Época, el Cartaginés, que rivalizaría incluso con la posterior Roma, la que terminaría aniquiládolo hasta su definitiva extinción.


El Misterio se encuentra en esa Atlántida mítica de más de nueve mil años de antigüedad y que tras confrontar a unos imposibles héroes griegos, hijos de los dioses olímpicos, terminarían desapareciendo durante un solo día y una sola noche por decisión de los propios dioses y como castigo por sus maldades cometidas.


Esa Civilización Atlante, aunque hoy no lo podamos demostrar, aún, existió y es la fuente tanto de las culturas de este como del otro lado del Atlántico y, sin ella, no se podría entender todas las coincidencia existentes entre dichas culturas, ni su manía por construir zigurats y pirámides, ni tampoco el significativo parecido entre sus panteones divinos.


Quizá, esa Cultura tras el cataclismo universal del Diluvio, debido a un corrimiento de las placas tectónicas, sucedidas quince mil años atrás, a la colisión de un asteroide o pequeño cometa o ambas cosas, marcharan de su lugar de un origen ignoto y se difundieran por los cuatro puntos cardinales de la Tierra. Que esa Civilización, fuente de las posteriores que vendrían, se denominarán o no atlantes, nos parece algo anecdótico y quizá, como hiciera Platón, metafórico, en tanto que como potencia marítima, según su mitología, solo podía proceder de Atlas el Hijo de Poseidón. Que el Atlántico se denomine así no es una consecuencia baladí y, por lo tanto, la Cultura Fuente Atlante, con el nombre que fuere, existió, aunque algunos la nieguen y otros ante la falta de pruebas se den por vencidos y desistan en su investigación.


Nuestros antepasados no fueron seres de otros planetas venidos del Espacio sino otros seres humanos procedentes de una Civilización extinta por las fuerzas de la Naturaleza y reubicados en los territorios geográficos que hoy conocemos. 


Negar la posible existencia de la Atlántida de Platón es una temeridad que va contra el Espíritu Científico, explorador e investigador del Ser Humano.


La Fenicia Tartésica podría haber sido parte del metafórico Relato de Platón; pero esa otra Legendaria Atlantis que se pierde en la Noche de los Tiempos, podría haber surgido de lo más profundo de la imaginación de nuestro Filósofo Griego, pensando quizá, en esos antepasados que su Grecia tuvo y de los que nunca llegaron, hasta sus oídos, más que mitos y leyendas en los que esos antecesores eran vistos primero como dioses, después como héroes y, ahora, como meros humanos.


Aralba R+C 







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