miércoles, 15 de noviembre de 2023

19.- Ley, Justicia y Equidad

  "Ley, Justicia y Equidad"


-¿Se puede encontrar el equilibrio en un Mundo desequilibrado?-


De estas tres cuestiones, la única objetiva es la Justicia y se trata de una Utopía en éste Mundo; las otras dos son subjetivas y dependen, la Equidad, del Punto de vista de cada cual y la Ley, leyes, del interés y consenso de quienes detenten el gobierno.


A la justicia se la representa con los ojos vendados, una espada en una mano y una balanza equilibrada en la otra. La espada representa el poder de impartir justicia, la balanza el equilibrio y los ojos vendados el que no tiene preferencia por las personas, ya sean parientes, correligionarios o amigos; es decir, que juzga por igual a todo el mundo independientemente de su poder social o económico.


Evidentemente, la Justicia Humana está subordinada a las leyes creadas por el Hombre y, por tal motivo, de justicia tiene poco. En la actualidad, nuestra justicia, vamos a denominarla así en minúsculas, es heredera, primero, del Código Romano de los césares, segundo del Napoleónico, subsecuente a la Revolución Francesa, y tercero del Marítimo, procedente del Mundo anglosajón.


La Justicia natural es la Equidad; pero ésta depende del nivel de consciencia de las personas. Algunas poseen una visión amplia de la justicia y otros, más miopes, la poseen más restringida. ¿Conocen ese dicho "Lo de los demás es de todos y lo mío es mío"; esa es la visión restringida de aquellos que consideran que el Mundo está mal repartido; pero que lo suyo es sagrado; es decir, lo de los demás deberá de repartirse; pero lo suyo no se toca.


La equidad puede ser mayor o menor, dependiendo de ese nivel de consciencia del que hablamos y, por supuesto, del apego o desapego de los individuos. Apego a los bienes materiales, a la familia, a la nacionalidad, vecindario, al Equipo de Fútbol, etc, etc


"Te encuentras a la orilla del mar y hay tres personas que están a punto de ahogarse, una es tu hijo que por la lejanía sabes que no podrás salvar, la otra es un conocido que aunque más cerca, aún se encuentra lejos y difícilmente podrías salvar y el tercero es un completo desconocido; pero que se encuentra más cerca de tus posibilidades" 


¿A quien intentarías salvar primero? A bote pronto, cualquier persona, con sentido común, diría que al desconocido; pero en la realidad, pocos serían los que tomaran esa determinación y preferirían intentar salvar a su hijo, con lo que ninguno de los tres sobreviviría.


La equidad natural es un buen punto para acercarnos a la Justicia; pero siempre estará, en nuestro Mundo, supeditada a las leyes creadas por el Hombre y que, como podemos ver, son absolutamente subjetivas en tanto que dependen de la subjetiva promulgación de los legisladores y de la subjetiva interpretación de los juristas.


La verdadera Justicia es divina y, en éste Mundo, su aplicación, como hemos dicho, es una utopía en tanto que en un Plano de existencia, como el nuestro, donde todo se encuentra en contínuo movimiento, es imposible, en todos los casos, encontrar ese punto de equilibrio que requiere la balanza. Ciertamente, una Persona con una amplitud de consciencia elevada podrá acercarse bastante a ese punto perfecto de equilibrio y al que hemos venido a denominar como Justicia; pero, al minuto siguiente, ese punto se habrá desplazado y, ya, sus decisiones no serán todo lo justas que pretendiera.


Ciertamente, aún conociendo que la Justicia en éste Plano de existencia, no deja de ser otra cosa que una utopía, no por ello, vamos a tirar la toalla; es decir, ser derrotistas y dejarnos llevar por la sentencia de "Lo que tenga que ser que sea".


Debemos mantenernos, en lo posible, en el centro del círculo, centrados y equilibrados, aunque eso no suponga que no vayamos a equivocarnos y tomar una decisión injusta.


La Justicia, la verdadera, está íntimamente relacionada con la Sabiduría, como bien se muestra en la Biblia en el caso del Rey Salomón. No se trata de ser un gran erudito y conocer todos los libros de leyes habidos y por haber. Se trata de poder discernir de lo que es más ético en cada momento y lo que menos perjudique a cualquiera de las partes inocentes implicadas.


Una Persona puede considerarse a sí misma como ética y regirse, según su criterio, por la equidad; pero puede que no sea considerado así por quienes lo conozcan y tengan trato con él.


La Justicia, la verdadera Justicia Divina, trasciende tanto la ética de los humanos como las leyes creadas con la mejor intención por estos mismos. La Justicia Divina, la mayoría de las veces, aparecerá como algo incomprensible para nosotros y sus decisiones, según nuestro miope punto de vista, aparecerán como terriblemente injustas. Esa forma de ver la Justicia Divina se debe a la falta de Fe, a la falta de ese Conocimiento Interno olvidado, la Gnósis, de la Sabiduría Divina que imprime el Espíritu Santo.


Para nosotros, que no sabemos casi nada, nos parecerá una barbaridad la muerte de millones de personas en una catástrofe o la extinción de especies enteras de animales y, diremos rápidamente, esto no es justo, no hay derecho; pero esto se produce porque vemos las cosas desde nuestra limitada perspectiva de la vida y la muerte; sobre todo, de la incógnita de ¿Qué habrá después de la muerte?. Esa ignorancia absoluta es la que impide a los seres humanos el que podamos valorar la verdadera justicia divina y que no pertenece a éste Mundo.


Dios sabe que sus criaturas son eternas y que la muerte solo es un tránsito hacia un plano de vida más elevado. Desde ese punto de vista, a pesar del sufrimiento que también es una experiencia valiosa, la vida temporal vale lo que vale y nada más. Tras la muerte viene una sonrisa en la nueva vida al otro lado y la comprensión de haber estado tan terriblemente equivocados. Solo entonces, pasados al nuevo plano de existencia, se podrá experimentar la verdadera Justicia Divina.


Nosotros intentemos, en cada momento, ser lo más justos posible, aún a sabiendas de que la Justicia absoluta y verdadera solo se encuentra en las manos de Dios.


Intentar ser justos, sería la Palabra maestra a utilizar por el Hombre; pero sin hacer más daño del estrictamente necesario. Por ejemplo, la Pena de Muerte no puede considerarse justicia al ser algo irreversible, por mucho daño que hubiese cometido el reo. No podemos saber, de verdad que no, si el asesino convicto fue una herramienta en las manos del Destino; es decir, de la providencia divina. Sin embargo, la prisión sí que parece algo relevante con el fin de separarlo de la Sociedad con el fin de evitar que cometa nuevos crímenes. Aún así, toda justicia impartida por el Ser Humano, mediante sus propias leyes, se aleja bastante de lo que sería la verdadera Justicia, la utópica, la divina, en tanto que la propia sabiduría humana dista mucho de asemejarse a la sabiduría Divina.


Por lo tanto, conociendo lo utópico de la Justicia, no cejemos nunca, no en parecer, sino de intentar ser siempre lo más justos posible, conociendo que siempre será desde nuestro limitado punto de vista; pero al menos, seguiremos caminando por el camino de la justicia y, cada día, nuestro punto de vista, nivel de conciencia, será más amplio y, por lo tanto, más justo.


Aralba R+C 


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